Miradas
que se cruzan, sonrisas que empiezan a dibujarse, suspiros. Mi nariz
buscándote las cosquillas. Vuelves a mirarme. La luz ténue y azulada de la lamparita hace que tus ojos brillen aún más. Dices algo que el ruido de
las aspas del ventilador no me deja escuchar. Melocotones con kiwis o algo bonito. No importa, este silencio ya es cómodo.
Tu
silueta boca arriba antes de apagar la luz de la mesita de noche. Tu
mano acercándose en la oscuridad buscando la mía. Anticipamos el
siguiente movimiento del otro: estirar el brazo es invitarte a apoyarte
en mi pecho, levantar la barbilla es invitarte a darme un beso más. Es
nuestro propio sistema de comunicación al margen de las palabras.