martes, 26 de agosto de 2014

Silencios cómodos

Miradas que se cruzan, sonrisas que empiezan a dibujarse, suspiros. Mi nariz buscándote las cosquillas. Vuelves a mirarme. La luz ténue y azulada de la lamparita hace que tus ojos brillen aún más. Dices algo que el ruido de las aspas del ventilador no me deja escuchar. Melocotones con kiwis o algo bonito. No importa, este silencio ya es cómodo.

Tu silueta boca arriba antes de apagar la luz de la mesita de noche. Tu mano acercándose en la oscuridad buscando la mía. Anticipamos el siguiente movimiento del otro: estirar el brazo es invitarte a apoyarte en mi pecho, levantar la barbilla es invitarte a darme un beso más. Es nuestro propio sistema de comunicación al margen de las palabras.

No queda nada por aclarar, sólo amor por explotar. Como en aquella larga escena de nuestra primera peli en que los protagonistas no dicen nada. La complicidad entre ellos llena la pantalla y sobran los diálogos. Sus ojos pueden transmitir mucho más que lo que sus voces podrían. A veces una sola sonrisa puede tumbar mil te quieros.

martes, 19 de agosto de 2014

Cruzando el bosque

Llegan las novedades mientras sacudes la arena de la toalla. Pequeños granitos que si los llevaras a casa acabarían formando una montaña gigante. Siempre has dicho que te gusta dejar la toalla bien lisa antes de ponerte cómodo. Copio tu idea una vez más y sonrío con la bolsa llena de chuches. Me hace ilusión y me halaga tu propuesta. Otra cosa que añadir a la emoción de ese lunes.

Luego llega un rápido chapuzón. El agua hoy está cristalina pero también muy movida. Unos chavales gritan, unos hombres lucen cuerpo, unos amigos ríen. Vigilas mi mochila y yo vigilo la tuya antes de volver con más novedades. Algunos creerán que lo que debías hacer es agarrarte para que no te arrastre la corriente, pero otros creeremos que soltar las manos y dejarse llevar ha sido el paso más honesto.

Como en una buena visita a las fiestas de Gràcia, no te puedes ir sin cruzar la calle de los zombies. No será casualidad que se haya plantado en la calle Progrés. Me retas a escribir algo bonito en este contexto, mientras los niños aún siguen llorando. Preferían la calle del año pasado, cuando todo eran dinosaurios. Ahora es un bosque lleno de monstruos pero también lleno de luz. Progreso, le llaman. Adelante.