jueves, 31 de julio de 2014

A la vuelta de la esquina

Estaba tan ansioso por relajarme que no hacía más que ponerme más tenso y a todo elemento de tranquilidad le aparecía una contraparte de negatividad que me sacaba de quicio. Vas a nadar a la piscina y no paras de chocar contra mujeres torpes que se cambian de carril de repente. Vas a tumbarte al sol a la playa y todos los niños del mundo salen a correr y a gritar y a llenarte de arena. Vas a tomar algo con un amigo en una terracita y cuando por fin te estás relajando aparece un ser minúsculo con vida propia que no deja de ladrar y enervarte. Está claro que cuando estás predispuesto a agobiarte te agobias. 

Lo que iba a ser el fin de semana de calentar motores para las vacaciones fue de todo menos relajante. Un bofetón en toda la cara de los últimos coletazos del estrés acumulado. Mi calendario ya marcaba un horario más tranquilo pero mi cuerpo y especialmente mi mente seguían ancladas a la angustiosa rutina de las últimas semanas, de manera que cada granito de arena en el camino se estaba convirtiendo en una insalvable roca. Ahora que todo empezaba a pintar bien yo seguía fijándome en las minúsculas partes negativas. Como en el cuento de la princesa y el guisante. ¿Cómo puede una cosa tan relativamente insignificante provocar tanto malestar? 

Acabo de levantar el cierre por última vez hasta septiembre. Me instalo en este escritorio en el que llevo ya más de 400 días y siento vértigo al pensarlo. En realidad ha pasado todo muy deprisa. El trabajo de aquí, el trabajo de allá, las carambolas del commuting, el sudor en la bici, el frío del invierno cuando entraba a trabajar y ya era de noche... Todas esas cosas parecen que acaban de pasar y que han pasado todas a la vez. Una última curva para llegar a las vacaciones. Un merecido descanso y una esperada desconexión de todo. Mañana podré por fin dormir sin preocupaciones. Apartaré por fin el guisante para poder acurrucarme en tu pecho.

miércoles, 23 de julio de 2014

Inventemos un juego

 
"Inventemos un juego", me dicen tus ojos brillantes sonriendo. Con este balón verde y algo de imaginación nos ponemos a montar las normas sobre la marcha. Operaciones complicadas, viento a favor, penalizaciones por torpeza, risas por pensar en voz alta supuestos absurdos. Tu sonrisa dando saltitos chapoteando en el agua me contagia. "Y si fallamos... pues perdemos". La norma más simple de todas es estar juntos.

Inventar un juego entre los dos es como construir una guarida secreta en un rincón que sólo nosotros conocemos. Una guarida secreta con una puerta invisible que solamente tú y yo podemos abrir. Una puerta que se abre con dos llaves de colores que separadas no son más que objetos fosforescentes, pero juntas una da sentido a la otra. Hasta que no inventamos juntos este juego no fuimos capaces de darle más de tres veces seguidas al balón.

Te acercas como un gato que jugando a ser cazador se acerca a su objetivo antes de saltar a mis brazos. Te arranco un beso más tras burlar la seguridad de la cuerda que nos separa. Sigo con la mirada a ese puntito naranja dirigiéndose al oeste con los últimos rayos de sol. Me llevo una mano al pecho y levanto la otra bien alto. Tengo que darle dos toques al balón antes de llegar a veinte sin olvidar gritar múltiplo. Nos han robado la colchoneta pero nos han regalado el mar.

miércoles, 16 de julio de 2014

Espérame esta noche

 
En la pequeña ciudad de Freiburg, al sur de Alemania, cuando llega la noche y la frecuencia de los tranvías supera el cuarto de hora, las cuatro líneas llegan a la misma hora a la parada central y se esperan un par de minutos para que todo el mundo que lo necesite pueda hacer el cambio. Ocho tranvías que se acercan por todas las calles del cruce para luego marcharse ordenadamente. Cada noche la misma rutina cadenciada. Buenas noches, línea 2. Gute Nacht, Linie 5.

Coges el móvil y mandas un par de emoticonos. El mensaje recorre silenciosamente la red llevando una sonrisa a varios cientos de kilómetros. Que descanses. Doble check. Escribiendo. Nuevos emoticonos. Más sonrisas. El ruido del ventilador nos va hipnotizando. El despertador proyecta la hora en el techo. Las 00:34. Sabes que tampoco es demasiado tarde pero prefieres no contar las horas de sueño que te quedan. Cierras los ojos. Buenas noches, línea 4.

Cada noche llego a ese cruce y espero que lleguen los otros tranvías. Dejo el móvil en la mesita y doy vueltas en la almohada. Busco con los pies bajo las sábanas. Miro el reflejo de los faros en los adoquines. Ha llovido y está todo mojado. Así es aún más bonito. Tus ojos brillan con la ténue luz que entra por los minúsculos huecos de la persiana. Una mujer salta corriendo dentro del segundo tranvía. Alargo la mano y busco la tuya a mi lado. Suena la campanilla y cierro los ojos. Espero que esta noche por fin llegue mi línea.

martes, 8 de julio de 2014

Pedalea conmigo

Ir en bicicleta es algo que no se olvida. Una vez ya has aprendido a andar con ella consigues esa habilidad de por vida. Hay paseos en bicicleta que tampoco se olvidan. Al más puro estilo retrasar el placer, las bicis de Madrid nos han puesto la paciencia a prueba durante dos semanas antes de dejarse probar. Una vez más, el destino ha tenido el capricho de que no funcionase hasta que lo diéramos por perdido y dejásemos de intentarlo desesperadamente.

Otra vez esa emoción de estrenar algo juntos, y ya van unas cuantas de estas. Las luces de la ciudad en la noche, el viento en la cara y nuestros ojos llorosos ante la belleza del momento. Girarme y ver tu sonrisa pedaleando junto a mí. Alargar la mano y acariciarte intentando no perder el equilibrio. Leer en tus ojos que aquí y ahora eres feliz. Leer en mis ojos que no podría estar más a gusto.

La lista de cosas pendientes se va haciendo cada vez más larga, pero cada pequeño detalle superado es un gran logro a celebrar. Al principio quizá impresione y tenga un punto de vertiginoso, pero si consigues relajarte, esa enorme lista puede verse como algo realmente bonito. Un último abrazo antes de bajar la última caja. Una sonrisa más antes de apagar la luz. Un empujoncito de la asistencia eléctrica en las cuestas más difíciles de remontar. Un ratito tumbados en el suelo buscando las estrellas. Paso a paso, día tras día, de risa en risa, estamos construyendo algo grande.

martes, 1 de julio de 2014

Cuesta arriba, cuesta abajo

 
Entre hoy y mañana cruzaremos el ecuador del año. Medio 2014 ya habrá pasado de largo, así de rápido. Ya hace seis largos meses que quité las pepitas a las uvas mordiéndome la lengua. Ya hace cinco de aquella colleja que me recondujo la trayectoria. Ya hace cuatro que me pasé una mañana con los brazos en cruz pensando en cuándo podría por fin abrazarte y ya hace tres que lo conseguí. Ya hace dos meses del primer baño en el mar y ya hace uno que abrí mis regalos envueltos en celofán verde. ¿Está el año medio lleno o medio vacío? ¿Cuesta arriba o cuesta abajo? Otra vez la perspectiva jugando con nuestra percepción.

Se presentan unos meses cargados de cambios. El estrés asomando la cabeza entre horas y horas de trabajo, entre idas y venidas, entre muebles que cambian de habitación y números que bailan arriba y abajo en un delicado equilibrio. Pero cuando estoy más desbordado cierro los ojos y pienso que sólo es un pequeño bache, un cambio de rasante que hay que superar para volver a rodar cuesta abajo con los brazos en alto. Abro el cajón y huelo mi camiseta favorita. Todavía huele a vacaciones, a despertarse sin la alarma del móvil y preparar un buen desayuno. A volver a la cama después de fregar los platos y decidir si vamos antes a la playa o a la piscina. Ya no falta nada para volverme a poner esa camiseta.

En plena cuesta arriba oyes ese ring-ring. Snake te hace saber que está pensando en ti. Queda un buen trozo de cuesta aún por subir hoy pero me gusta pensar en las buenas vistas que hay desde arriba y lo que voy a disfrutar de la bajada. Antes de que nos demos cuenta ya habremos vuelto a poner el nórdico en la cama y la decoración navideña en la ventana. Mi tiempo pasa frenéticamente rápido y llevo puestas mis botas de montaña para subir hasta donde haga falta para salir adelante. Contigo y contigo también. Bajemos juntos hasta el 2015.