miércoles, 17 de septiembre de 2014

Buen viaje

Pensábamos todos que a estas peculiares vacaciones ya le faltaban poco. Que ya teníamos bastante de escribir nuestros nombres en el fondo del mar y de huir nadando a toda prisa de las medusas. Pensábamos que íbamos a hacer pronto las maletas para volver de nuevo a casa y olvidarnos de las caminatas bajo el sol, de las cincuenta alarmas diarias y del vuelva usted mañana. Tú el primero.

Hoy te vas, pero no tenemos que pensar que todo lo que hemos hecho en los últimos meses no ha servido de nada, porque al menos ha servido para tener tiempo de acercarnos. Buen viaje.

martes, 9 de septiembre de 2014

Nuestro ritual de celebración

Sabía que no podía escribir sobre ti sin echar una lagrimilla, por eso este primer párrafo es el último que en realidad escribo esta vez. La vida da muchas vueltas y las nuestras llevan ya casi media vida girando juntas. De una manera o de otra, siempre has sido como mi satélite. Más cerca o más lejos, pero siempre sin perdernos de vista. Justo como en la canción de Natalie Imbruglia: cause you are my satellite, so I'm trying to keep you in sight

Porque siempre has estado dispuesto a recibirme con el bote salvavidas y los brazos bien abiertos cuando hiciera falta. Ni la distancia física consiguió separarnos un pelo. Quizá estuvieras seiscientos y pico kilómetros más para allá, pero siempre estabas al alcance de la mano. Hoy eres lo primero que veo al levantarme y no se me hace extraño: llevas quince años formando parte de mí.

Así que levantemos la taza, brindemos, apoyemos en la mesa (quien no apoya...), estiremos el dedo meñique y miremos para otro lado antes de dar el primer sorbo. Nuestro ritual de celebración es una más de nuestras coreografías. Por muchos años más, y por muchos a tu lado. Feliç aniversari :)

jueves, 4 de septiembre de 2014

Salir a respirar

Te sumerges para bucear con la intención de cruzar la piscina de un tirón. Al sentir que se te acaba el aire, intentas salir a la superficie para respirar y, justo antes de asomar la cabeza, algo te vuelve a empujar hacia abajo. Esa sensación de angustia que te invade cuando creías que estabas a punto de terminar algo importante pero te das cuenta de que todavía falta mucho. Empezar a creer que estás saliendo del laberinto y descubrir que en realidad aún sigues dando vueltas. Vivir en un déjà-vu de setos armónicamente recortados.

Un déjà-vu donde el tiempo salpica en todas direcciones. Te gusta pensar que las cosas malas van quedando atrás lentamente, aunque a veces vuelvan para darte algún que otro coletazo. Sí, suele pasar, pero empiezas a tener la certeza de que las cosas buenas lo están invadiendo todo de forma cada vez más vertiginosa. Estamos cruzando el desierto sin perder de vista los oasis que asoman en el horizonte. Puntitos verdes que hacen el camino más llevadero. Donde cada nuevo oasis es más grande, más verde y más vivo que el anterior. Hoy visito el quinto y parece mentira que ya haya pasado tanto tiempo desde que Aomame se puso a bajar las escaleras de emergencia de la autopista.

Como si pulsaras un botón gigante con la palabra desconexión escrita en grande, ayudas a relativizar todo lo malo dejando aparcados los problemas. Como también haces con esa sonrisa que aparece en tu cara cuando te toca un simple reintegro después de echar diez o quince primitivas sin premio. Conviertes un pequeño destello de optimismo en una explosión de felicidad. Levantas la cabeza de nuevo y te vuelves a fijar en la superficie. El led naranja ya está parpadeando. Tienes una notificación: en breve podrás salir a respirar.