Hay una primera vez para todo. La primera mirada, el primer abrazo, el primer beso. La primera vez que coges un coche, la primera vez que ves el mar, la primera vez que dices esas dos palabras. En ocasiones esa primera vez llega en realidad a la segunda ocasión. Al final, la primera vez acabó faltando tiempo. Al final, la primera vez te dio vergüenza proponerlo. Al final, la primera vez no te atreviste a bañarte. De todos modos, esa segunda vez es en esencia la primera, todo lo anterior han sido meros intentos.
Hacía buen día y ahí estaba el mar. Daban ganas de darse un remojón, hasta que una ola helada rozó tus pies. Se te pasaron las ganas en un primer momento, pero aún así, querías que ese día fuera tu primera vez. En ocasiones las ganas de hacer algo te cierran la garganta. Puedes pasar horas intentándolo y no articular palabra. Como si estuvieras sentado en una bici a lo alto de una pronunciada cuesta. Sabes que a la que sueltes los frenos vas a salir disparado. Un sólo gesto y ya no hay vuelta atrás. Tenerlo todo tan al alcance de la mano da verdadero vértigo.
Al final no te lanzaste al mar, pero no tardó en llegar esa segunda oportunidad. Esta vez en una playa más ancha, más bonita, más solitaria pero también más fría. Te acercas a la orilla, mojas los pies, sientes el frío intenso. Esta vez vas a lanzarte, seguro. Me miras y sonríes. Una ola que no has visto venir casi se te lleva para adentro. No hay mucho tiempo para pensar, simplemente hay que hacerlo. Soltar el freno de la bici. No puedo esperar más. Yo me tiro de cabeza.
2 comentarios:
No solo me ha gustado el texto: lo he hecho mío, he saltado yo. Al agua, a la piscina, al mar, donde haga falta pero siempre saltar. Un abrazo.
Moltes gràcies, Alex :)
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