El pop llegó a nuestras vidas con una misión: emocionarnos. Nos emocionamos bailando nuestras canciones favoritas en un concierto, nos emocionamos identificándonos con letras a veces excesivamente chochis, nos emocionamos recordando vivencias que quedaron marcadas a fuego con una canción. El pop es emoción, por mucho que a veces sea emoción de usar y tirar.
Anoche Kylie nos volvió a regalar un hit tras otro. Sin chorros de agua, sin salir volando, sin fuegos artificiales, sin grandes efectos especiales pero con mucha proximidad. Era casi como tenerla cantando en el salón de casa. Como si le hubiéramos dicho "Kylie, amiga, vamos a cantar juntos lo que nos gusta" y ella obedeciera. Al igual que en Madrid el lunes, ella flipaba de que todo el estadio cantara sus canciones. Quizá tras 27 años no sepa todavía que el pop es aún mejor en compañía.
Porque sí, cantar a grito pelado Your Disco Needs You en una lucha de caderazos, bailar Hand on Your Heart dándolo todo con tus amigos, intentar hacer un buen vídeo de Need You Tonight para compartir con alguien a quien echas de menos o incluso dejar de ir a buscar una cerveza durante la aburridísima Beautiful fueron momentazos que no vamos a olvidar. Más todavía habiendo acabado la noche pedaleando hacia tus brazos bajo la lluvia. On a night like this I wanna stay forever.
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